Capítulo 3: Mi introducción a la lectura
Desde que era muy pequeño los libros han estado muy presentes en mi vida; mi mamá es una gran fanática de la lectura, y a lo largo de mi infancia intentó inculcarme ese gusto. Creo que como con la mayoría de los niños, mis primeros recuerdos vienen de los cuentos que mis papás me leían cuando yo era muy chico. Eran algo que yo veía como un viaje a un mundo completamente nuevo y diferente, me llevaban a lugares en los que deseaba estar. Estos viajes maravillosos fueron despertando poco a poco un gusto en mí y, sin duda alguna, esto es lo que yo identifico como mi ritual de iniciación con la lectura, ya que esto fue evolucionando hasta convertirse en un gusto propio.
Recuerdo mucho los primeros libros que me compraban mis papás, ya que eran de Selector y, además de que tenían algunos dibujos para ilustrar la historia, no eran muy largos. Creo que esa combinación resultó perfecta para mi etapa de introducción a la lectura, y recuerdo mucho que uno de los libros que más me gustaba leer en esa época era Las Aventuras de Tom Sawyer, un clásico escrito por Mark Twain. Lo que más me gustaba de ese libro era que el personaje era un niño, y eso hacía que yo me sintiera un poco identificado con todo lo que él vivía a lo largo del libro.
Dentro de este primer acercamiento también aparecieron los libros que tenía que leer en la escuela, y creo que tuve suerte con la selección que me tocó, ya que rara vez me encontré con un libro que no me gustara o que no comprendiera durante mis primeros años como lector. Decir que todos me gustaron sería una mentira, pero creo que al haber tenido acercamientos con la lectura y tener que leer cosas que no fueran completamente de mi agrado nunca afectó mi gusto por los libros; siempre tuve mi colección personal, completamente separada de lo que me dejaban en la escuela. Hoy en día aún mantengo el mismo objetivo que tenía cuando me adentré en la lectura por primera vez: viajar a un mundo completamente nuevo a través de las páginas de un buen libro.
